viernes, 12 de julio de 2013

La evolución de la crisis desde "The Walking Dead" a "Warm Bodies"

The Walking Dead empieza con el Apocalipsis. El mundo tal y como lo conocemos deja de existir. Una terrible plaga mata a las personas y los convierte en monstruos. Y lo más importante, es irreversible.  A lo largo de toda la primera temporada, que corresponde a 2010, queda claro lo que se expone en el último capítulo: no hay esperanza. La humanidad está condenada a morir.


Ese "no hay esperanza" es el mismo que a lo largo de 2010 y 2011 los telediarios pregonaban a todos los días: La prima de riesgo, los rescates bancarios, el desplome de las bolsas, el aumento del paro, los desahucios... Al mismo tiempo que en las noticias se amontonaban los suicidios de parados y desahuciados, en The Walking Dead los protagonistas tenían que ver cómo morían e incluso matar a sus parejas, hermanos y hasta hijos, en un mundo que al que no le quedaba esperanza alguna.

Lo que más me afectó de la primera temporada de The Walking Dead fue esa sensación de vacío, de absoluta desesperanza, un mundo que se hunde sin ningún atisbo de luz al final del túnel. El mismo desasosiego que sentía viendo las noticias, el mismo que sentía al ver que no aparecía ni un  trabajo ni medio y que no entraba ni un euro para seguir adelante.

2011 y 2012 fueron años duros. Durísimos. Para todos. Y The Walking Dead y los noticiarios lo siguieron pregonando así. Un mundo hundido, del que la única esperanza posible parecía ser agarrarse a un clavo ardiendo, ya fuera a una cárcel donde refugiarse o unos políticos-banqueros que parecían tener la fórmula para devolvernos al estado del bienestar.

Sin embargo, ayer viendo Warm Bodies, me di cuenta de algo asombroso. Cómo la ficción sobre zombies y su representación en la pantalla ha evolucionado en estos tres años de crisis.

A pesar de que todavía no hemos salido de la crisis, ya se ve una luz al final del túnel. Obviamente el mundo como lo conocíamos antes (los salarios, la sanidad, la educación, la contratación, etc.) son distintos, pero ya no es lo que era hace un par de años. Del mismo modo, la representación del zombie en la ficción ha cambiado, ya no es simplemente un devorador de carne de los vivos para la mera subsistencia (el zombie tiene que alimentarse de carne viva porque se pudre y si no lo hace se pudrirá más rápidamente). Naturalmente, esta necesidad es una vía sin futuro, pues el zombie no pude sanar ni evitar pudrirse y ya sea porque se coma a todos los vivos o por contagio de los mismos, algún día las reservas de acabarán. Capitalismo puro. 

De ese zombie que nos lleva al abismo, Warm Bodies propone que el amor (junto con el razonamiento, lo que nos hace humanos y no bestias), puede curar a los zombies. En resumen, que alguien infectado, puede dejar de estarlo, o lo que es lo mismo, que donde antes sólo había oscuridad, ahora hay esperanza. La esperanza de la redención, de la sanación, de que aunque nada vuelva a ser como antes, podemos volver a vivir sin miedo, a no sentirnos dentro de un agujero sin posibilidad de escapatoria. 

La representación de los zombies en la ficción a lo largo de estos tres años ha corrido paralela a la evolución de la crisis. Warm Bodies es un ejemplo, pero la serie británica In the flesh también representa una situación en la que su protagonista se ha "curado" de ser un zombie y vuelve a casa y, si ahora los zombies no están destinados a morir de un balazo en la cabeza o de inanición, y pueden volver a ser humanos, nosotros también podemos salir del abismo en el que nos han metido. Los zombies han sido un fiel reflejo de lo que hemos sido y lo que nuestro mundo ha sido hasta ahora. 

AHORA nos toca dejar de ser zombies y coger la oportunidad de que las cosas, y nosotros mismos, seamos mejores.